Aquellos eran los difíciles momentos de la postguerra civil, y el simple hecho de comer se convirtió en la mayor prioridad para todos. Había cartillas de racionamiento, pero en muchos casos insuficientes, y el hambre hacía acto de presencia en muchas casas todos los dias.

Para intentar paliar esa dura situación, nuestros abuelos construyeron un pequeño horno con bloques de piedra y barro, y en él empezaron a cocer su propio pan y empanadas, que elaboraban con los ingredientes que cultivaban ellos mismos y que les proveían también los animales de la cuadra. Trigo, cebollas, pollo, carne de cerdo…, todo ello daba un sabor increíble a todo lo que hacían.

Más adelante, y al poco de casarse, nuestros padres decidieron abrir una pequeña panadería, aprovechando la experiencia que cogieron en su infancia, y poco a poco, con gran sacrificio y un servicio siempre dedicado a sus clientes, fueron creciendo y prosperando.

Mantuvieron en todo momento la fórmula tradicional que aprendieron de sus padres, pero adaptándola a los nuevos tiempos, usando nuevos hornos que les permiteron contar con mayor capacidad.

Con el paso del tiempo, nosotros también empezamos a contribuir en el negocio, y nos fuimos especializando así en el mundo de la panadería, los dulces, y muy especialmente las empanadas. Con nuestro esfuerzo diario, logramos ganarnos el aprecio y la fidelidad de nuestros clientes, así como una reputación que se extendió más allá de nuestro pueblo, Ponte Caldelas. No obstante, nos dimos cuenta de que los tiempos estaban cambiando, y por ello vimos necesaria una nueva modernización.

Observamos que teníamos muchos clientes que nos compraban cuando venían de vacaciones desde todas las partes de España, e incluso también de otros países, pero cuando se iban dejaban de poder disfrutar de nuestros ricos productos, algo que ellos también lamentaban. Fue por ello que decidimos  crear nuestra división de venta a través de Internet, para poder ofrecer y servir nuestros productos a toda la peninsula ibérica, incluyendo también Portugal, Francia y Alemania.

Todo lo demás ya es historia, pero a pesar de los avances de los tiempos, nunca hemos perdido ni perderemos nuestra esencia.

Pase lo que pase en el futuro, y por más que avancen las técnicas, seguiremos manteniendo siempre esa manera de hacer bien las cosas que nos enseñaron nuestros  padres y abuelos, para que la fórmula aprendida nunca se desvirtúe y siga ofreciendo la mejor tradición gallega y el amor por lo bien hecho de una familia comprometida por completo con la calidad y la satisfacción absoluta de sus clientes.